Este documento es producto de las discusiones coyuntura politica del nucleo politico de Ukamau desde el año 2010. Creemos que es un buen momento para hacerlo publico, pues en el se explican el porque de nuestra politica de alianza en la actual
Lo ponemos a disposicion publica para su discusion, critica o enriquecimiento. Creemos que estos años de lucha constante nos han dejado una rica experiencia que hoy debemos poner a disposición del conjunto del pueblo.
El Bloque histórico de las clases dominantes.
Un
bloque dominante o bloque histórico es, a grandes rasgos, una alianza política,
que aparece en un determinado momento histórico, y que integra diversas fuerzas
sociales, políticas, económicas, militares, ideológicas y culturales, que
logran en ese momento determinado superar sus contradicciones o conflictos
parciales, en función de resolver juntas una contradicción o conflicto mayor,
que las afecta a todas por igual –aunque con distinta intensidad- y que es
vital para cada una de ellas.
Esta
solución al problema fundamental surge a partir de una negociación entre estas
distintas fuerzas, a partir de la posición y los intereses de cada una, a
partir de la fuerza que cada una logró acumular en forma previa a la
negociación, y en la perspectiva de las amenazas que logran identificar, de no
resolverse el problema fundamental de acuerdo a sus intereses principales.
Decimos
que es un bloque dominante, porque la solución negociada al conflicto
fundamental surge en oposición a otras fuerzas sociales, económicas, políticas,
ideológicas, militares, culturales, que tienen intereses distintos y pueden
intentar soluciones alternativas al conflicto fundamental.
Se
hace dominante, en la medida en que la solución encontrada debe ser acatada por
todos los integrantes del bloque, e impuesta con éxito sobre los que no están
integrados a él. Acatamiento e imposición que se logra a través de las leyes.
También, si es necesario, a través de la fuerza de las armas. Pero,
principalmente, esta imposición se logra a través de las ideas y de la cultura.
A través del consenso.
Cuando
se logra constituir un bloque histórico que logra subordinar eficientemente a
las clases dominadas, decimos además que se abre un período de estabilización
en la lucha de clases.
Este
bloque dominante, decimos también que es un bloque histórico, porque la alianza
que representa da solución a un problema o conflicto social en un momento
determinado de la historia política y social de un país. Responde a ese
momento, y en la medida en que la situación política cambia, va cambiando la
situación de cada una de esas fuerzas originales y de las que están fuera del
bloque, generándose nuevas realidades que tensionan al bloque, que hacen que su
dirección política pase de una fuerza a otra, de un sector social a otro, que
lo desgastan y eventualmente, que pueden significar la modificación o cambio
sustancial del bloque, para hacer frente a nuevas realidades, o incluso su
destrucción, al ser incapaz de resolver los nuevos desafíos que la situación
política le presenta.
Esta
destrucción puede abrir una etapa de vacío de poder, pero necesariamente ese
vacío será llenado, o por los restos del viejo bloque en el poder que intenta
hacerse nuevamente dominante, o por un nuevo bloque histórico que representa
otras fuerzas políticas, sociales, ideológicas, militares, culturales, que se
han vuelto dominantes.
II.
La
conformación de un bloque histórico en Chile (1986-2013)
En
Chile se formó un bloque de este tipo aproximadamente desde 1986 en adelante.
La
fuerza con mayor poder económico, político y militar, eran los grandes grupos
económicos y las empresas transnacionales presentes en el país. Controlaban en
los hechos la economía, y la dictadura militar, a través del Estado y sus
FF.AA., defendía férreamente sus intereses, pero cada vez más se convertía en
un obstáculo para su desarrollo.
Al
frente, estaba la oposición a la dictadura, pero dividida.
Por
un lado, un sector también vinculado a grupos empresariales y a empresas
transnacionales, a gremios profesionales y a sindicatos poderosos (un poder
económico), a la jerarquía de la Iglesia Católica, a la Masonería (que son
grupos de poder ideológicos) y a gobiernos “democráticos” y capitalistas de
EEUU, América Latina y Europa (que representan un poder financiero, diplomático
y comercial). Este sector estaba representado políticamente por la DC, el PRSD,
el PS.
A
este sector se le llamaba “oposición burguesa” y para ellos lo fundamental era
el retorno a la democracia. Tenían contradicciones o conflictos menores con los
grandes grupos económicos y las transnacionales, respecto a la forma de
capitalismo dominante en nuestro país, pero en ningún caso se planteaban acabar
con él.
Por
otro lado, un sector cuya principal fuerza era su propia organización y su
fuerte vinculación con organizaciones sindicales, poblacionales y
estudiantiles. Este sector estaba representado por el PC/FPMR, el MIR y un
sector del PS, actuaba a través del Movimiento Democrático Popular y entre sus
formas de lucha se encontraba la lucha armada, que entre 1982 y 1986 logró
importantes grados de extensión, desarrollo y radicalidad, convirtiéndose en un
problema objetivo para la dictadura.
Este
sector era la “oposición democrática popular”, que buscaba también un retorno a
la democracia, pero con un contenido de clase popular, que mejorara
objetivamente las condiciones de vida y de trabajo del pueblo, que eran
dramáticas, y que se hiciera justicia respecto a las violaciones a los derechos
humanos cometidas por la dictadura.
El
conflicto fundamental para este sector no era Dictadura versus Democracia, como
para la oposición burguesa, sino Dictadura y Capitalismo neoliberal versus
Pueblo. Por esta razón, era necesario, además de una apertura democrática
formal, que se atacara frontalmente la economía neoliberal de la dictadura,
reduciendo el poder de los grupos económicos y de las transnacionales.
Como
la oposición burguesa y sus aliados veían con verdadera preocupación un ascenso
en los niveles de enfrentamiento y una posible salida por abajo a la dictadura,
donde ellos no pudieran proteger sus intereses (como en Nicaragua o El
Salvador), y como quiera que para los grandes grupos económicos, las
transnacionales y los mismos altos mandos militares, lo central no era la forma
del régimen político (dictadura o democracia), sino en esencia el mantenimiento
del modelo económico implantado en Chile, se abrieron los canales de
negociación y articulación conjunta de una salida institucional, que permitiera
a la vez aislar, dividir, dispersar y
neutralizar a los sectores democrático populares y consolidar el modelo
capitalista neoliberal.
Este
proceso fue fortalecido, tanto por la débil acumulación de fuerzas del sector
democrático popular, como por la crisis de la izquierda socialista y comunista
europea, que se “renovó” abandonando el marxismo y cualquier perspectiva
revolucionaria, lo que impactó en Chile a través de la renovación del PS; La
renovación de un sector minoritario del MIR, que se fue a incorporar al PS y la
posterior crisis, quiebre y dispersión del MIR, y también, la crisis y viraje
político de la dirección del PC, que terminó sumándose a la política de la
oposición burguesa, no sin que antes un sector renovado se fuera a fundar el
PPD y el FPMR se autonomizara.
El
resto es historia conocida. De la dictadura se pudo salir en forma pacífica,
única y exclusivamente porque hubo una negociación. La correlación de fuerzas
se inclinó decididamente hacia el capitalismo monopólico financiero, y se abrió
un periodo político de estabilización de la lucha de clases.
Se aceptaron
todas las instituciones políticas contempladas en la Constitución de 1980; Se
bloqueó cualquier intento de revertir las privatizaciones de empresas públicas;
Se aceptó la tesis de la justicia “en la medida de lo posible” y, por tanto, la
impunidad; Se mantuvo sin cambios sustanciales el Código Laboral; Se
mantuvieron las AFP´s e Isapres; Se aceptó la dictación de la LOCE, cuya
primera reforma fue posible gracias a los estudiantes secundarios recién el año
2006; Los nuevos parlamentarios aprobaron la privatización de la minería del
cobre...etc. La Concertación terminó representando y gobernando para los
intereses de una minoría: los grandes grupos económicos; Se envolvió en la
defensa del ex dictador; Fue tolerante con los casos de corrupción, que se
extendieron como práctica política, y permanentemente se coludió con los grupos
económicos para beneficiarlos a través de las políticas del Estado.
Las
bases sociales de la Concertación, que lucharon con un lápiz o con otros
objetos, pero lucharon contra la dictadura, y quisieron creer en que la alegría
ya llegaba, esperaron 20 años y terminaron por aburrirse. Más todavía, las
nuevas generaciones, que lo único que han conocido han sido sus negociados, y
los efectos funestos de sus políticas.
Porque
no comprendió el nivel profundo de agotamiento político al que había llegado, y
se puso una lápida imponiendo a Eduardo Frei como candidato, la Concertación
perdió su mayoría ideológica, perdió su mayoría política, perdió su mayoría
moral, perdió su mayoría social y finalmente, terminó por perder su mayoría
electoral. La derecha asumió el gobierno en forma prematura, sin tener nada de
lo anterior, salvo una mayoría electoral circunstancial, por lo que sólo le ha
cabido profundizar la crisis de representación del régimen político.
Esto
es de fundamental importancia, porque sólo a partir de este momento es que se
hace real la posibilidad de comenzar a construir una alternativa
político-electoral a la Concertación y al régimen político neoliberal. No
antes. Ahora.
III.
Crisis
del bloque dominante y conflictos principales de la situación política
El
bloque histórico de las clases dominantes en Chile está muy firme, pero se
encuentra en crisis. En la medida en que ha sido más exitoso desde el punto de
vista económico, más se profundiza su crisis política.
Después
de 20 años, la imagen, la visión de país integrado, justo y de oportunidades de
éxito que la Concertación le vendió a la mayoría del país, demostró ser FALSA, y ahora, con un gobierno de
derecha, las contradicciones o conflictos de nuestro sistema económico,
político y social, han quedado al desnudo:
Crecimiento
económico y bienestar social para una minoría, y para la mayoría, o
estancamiento económico (clases medias) o empeoramiento económico (trabajadores
y sectores populares), y malestar, mucho malestar social.
Para
las clases medias: Educación cara y de segunda categoría; Salud cara; Cultura
cara; Bencina cara; Vivienda cara; Inseguridad laboral y dobles jornadas;
Endeudamiento; Malas jubilaciones y un embudo al revés para su movilidad
social.
Para
los trabajadores y sectores populares: falta de respeto y de consideración por
parte de los funcionarios e instituciones estatales y más todavía, de parte de
las empresas y medios de comunicación; “Educación” de contención y control
social; Salud deficiente y mala atención; Negación de bienes y servicios
culturales; Negación de la Justicia; Criminalización de una generación de
jóvenes pobladores; Desprotección e inseguridad; Expulsión a las periferias
urbanas; Viviendas de mala calidad y barrios degradados; Desempleo; Inseguridad
laboral y previsional; Bajos sueldos; Endeudamiento; Alza sostenida del costo
de la vida (inflación); Pensiones de
miseria y, en vez de un embudo, un tapón para su ascenso social.
No
hubo crecimiento con equidad, sino crecimiento con desigualdad, y la creación
de una red de protección social estatal, más que un componente de justicia,
vino a ser un complemento crónico para que la inestabilidad laboral y los bajos
sueldos continúen siendo pilares del funcionamiento exitoso del modelo. Más que
un subsidio a las familias, es realmente un subsidio a las empresas.
Hablando
como profesores de matemáticas: el
crecimiento económico en Chile y el éxito de los grandes grupos económicos y
transnacionales, es inversamente
proporcional al bienestar de la mayoría de los trabajadores y el conjunto
del pueblo. O sea, a mayor crecimiento de la economía neoliberal, mayor
empeoramiento de la situación de los trabajadores y el pueblo. Así de simple. Y
eso no se puede “mejorar”: el neoliberalismo funciona así.
Este
es el conflicto o contradicción fundamental del período de estabilización de la
lucha de clases, el conflicto de fondo, que cruza nuestro país hoy día y
configura su fisonomía: Capitalismo
Neoliberal versus Pueblo.
Conflicto o contradicción que surge y se
profundiza día a día en la esfera de la producción material, y que explica la
progresiva pérdida de hegemonía y legitimidad de la Concertación primero, y del
régimen político en su conjunto, después.
Sin
embargo, la expresión política de este
conflicto fundamental se encuentra bloqueada principalmente por tres
factores: La camisa de fuerza del Código Laboral; El control que ejercen los
partidos del bloque dominante sobre las organizaciones de trabajadores y, la
propia dispersión y desorganización de las organizaciones de trabajadores más
conscientes y combativas (O, lo que es lo mismo, su falta de objetivos comunes
y unidad).
Esto
es lo que impidió el éxito de los movimientos de trabajadores subcontratistas
de la minería y las empresas forestales, y es lo que sigue bloqueando la
liberación de la tremenda fuerza contenida de los trabajadores.
Ahora,
la lucha de clases es como un torrente de agua que se encuentra frente a un
obstáculo. Si tiene la fuerza suficiente para superarlo, lo supera. Si no, se
estanca hasta tener la fuerza suficiente para encontrar caminos alternativos y
seguir su curso.
En
el caso de nuestro país, estos caminos alternativos han sido conflictos o
contradicciones secundarias, como el descontento, principalmente de las clases
medias, con la conducción de la Concertación, que se tradujo en su derrota
electoral del 2009; El impacto ambiental negativo del neoliberalismo sobre
distintas comunidades, lo que ha llevado a la movilización de muchas
poblaciones por la defensa de sus condiciones de vida, y también, el impacto
del neoliberalismo sobre la calidad de la educación de los jóvenes, sobre todo
de los más pobres, lo que ha lanzado a estos por miles a las calles durante los
últimos dos años.
Estos
tres conflictos, al desarrollarse, han derivado en un cuarto conflicto o
contradicción, que es la expresión principal, en este momento de desarrollo de
la situación política, de la contradicción fundamental entre capitalismo
neoliberal y pueblo: La contradicción o conflicto entre el Régimen Político Binominal (El duopolio, la oligarquía, la
democracia restringida) versus
Democracia Ciudadana, que engloba tanto el conflicto o contradicción entre el
actual régimen político y la demanda por participación de distintos sectores
sociales (Magallanes, Aysén, Calama, Estudiantes secundarios y universitarios),
así como el conflicto entre las
condiciones tremendamente poco equitativas o igualitarias en que operan los
grandes grupos económicos frente a la población común y corriente (HidroAysén,
Celco), y los costos que esta última debe pagar en términos de deterioro de sus
condiciones de vida (HidroAysén, Freirina, Huasco, Barrancones, Caimanes,
Celco, etc.)
Este
conflicto o contradicción entre Régimen Político Binominal versus Democracia
Ciudadana, engloba también la responsabilidad del Estado –y de los
representantes políticos del bloque en el poder- en la denegación de un derecho
social como es la educación, y la lucha de clases, no en la esfera de la producción
de la riqueza, sino en la de la distribución de la riqueza creada, respecto a quién decide el uso de los
excedentes económicos del Estado: O son apropiados como rentas por parte de los
grandes grupos económicos, como hasta ahora,
o democráticamente se define que sean usados en inversión social que
permita de una u otra reducir los niveles de desigualdad creados por el
neoliberalismo.
Evidentemente,
la resolución de esta contradicción o conflicto principal en la coyuntura
política a favor de los intereses populares no nos va a llevar directamente al
socialismo. Sin embargo, sería tonto subvalorar su importancia, ya que abordar
su resolución desde una perspectiva popular –en alianza con otros sectores
sociales- es una aproximación indirecta que nos puede permitir atacar, desde la
superestructura, por decirlo así,
aspectos estratégicos de funcionamiento del neoliberalismo, y remover
los CERROJOS que dificultan la organización y lucha independiente de los
trabajadores.
Hay
compañeros –los abstencionistas- que consideran cualquier cambio al régimen
político binominal sólo un perfeccionamiento de este como instrumento de
dominación, sin embargo, olvidan que los mecanismos que protegen al capitalismo
neoliberal también son institucionales y pueden ser removidos, por lo que una
ampliación “participativa” de la democracia, a través de representantes
legislativos, mecanismos plebiscitarios, actos administrativos o de una
asamblea constituyente, podría efectivamente derribar algunos de sus pilares de
sustentación.
IV.
La
construcción de un bloque histórico alternativo o contra-hegemónico al bloque
dominante, la contradicción o conflicto fundamental del periodo, la
contradicción o conflicto principal en la coyuntura política y su tratamiento
por parte de Ukamau.
La
única forma de derrotar al bloque hegemónico de las clases dominantes, es
construir un bloque contra-hegemónico que logre, a través de su programa y de
las distintas alianzas que realice, ir haciéndose dominante. Esto exige
identificar cuáles son las potenciales fuerzas sociales (clases y fracciones de
clase, y los movimientos sociales, organizaciones y partidos que las
representan) que se deben organizar y unir.
Este
bloque contra-hegemónico sólo lo será realmente, si logra resolver
adecuadamente, acumular fuerzas y proponer en cada caso, la mejor solución a
una serie de conflictos o contradicciones parciales provocadas por el
funcionamiento del neoliberalismo y del bloque hegemónico de los dueños del
poder y la riqueza.
Es
un camino por recorrer, que en cada situación concreta exigirá un análisis
concreto, para saber cómo acumular mayores fuerzas que nuestros enemigos de
clase y dónde y cuándo golpear y dónde y cuándo no.
Renunciar
a la construcción de un bloque contra-hegemónico que logre hacerse dominante,
sólo lleva a la disolución de nuestra organización en la subordinación al
actual bloque dominante, como le está sucediendo al PC, o a convertir a nuestra
organización en una secta ideológica más, aislada del conjunto del pueblo y de
sus luchas.
Ukamau surge de la experiencia de
organización de cientos de pobladores. Somos entonces una organización de
pobres urbanos y de trabajadores informales. Ese es nuestro contenido de clase
y es la experiencia que podemos aportar, en este momento, como organizacion y
como movimiento social, tanto a la lucha de clases en el país, como a la
conformación de este bloque contra-hegemónico.
Si
queremos que el sector dominante de este bloque contra-hegemónico sean los
trabajadores y el pueblo, debemos partir por reconocer, entonces, la extrema
debilidad desde la que partimos.
Solos,
no podemos. ¿Con quién nos aliamos entonces si queremos construir y fortalecer
un polo popular? Esperamos que nos llamen, ¿o hacemos lo necesario por atraer a
todos esos otros sectores necesarios a una alianza con nosotros?
Ahora,
también debemos reconocer que si bien el principal conflicto o contradicción de
fondo del periodo es entre la Capitalismo Neoliberal versus el Pueblo, esta
se expresa en la coyuntura, en el momento actual, en un nivel de desarrollo
inferior, como Régimen Político
Binominal versus Democracia Ciudadana, sobre todo por los sectores
movilizados hasta ahora, que han sido principalmente clases medias.
¿Nos
restamos de la lucha política por construir el bloque contra-hegemónico en esta
coyuntura, siguiendo un camino propio que puede ser una travesía en el
desierto, o la aprovechamos para avanzar junto a otros sectores sociales y
golpeamos juntos al bloque dominante de los dueños del poder y la riqueza en
estos aspectos o conflictos específicos, sin renunciar a seguir
fortaleciéndonos para darles donde más les duele, que es el régimen económico?
¿Qué
hacemos respecto a otras contradicciones que aparecen hoy como secundarias para
nosotros, porque no nos involucran directamente? Cada una de ellas enfrenta a
distintos sectores sociales con el actual bloque dominante. ¿Dejaremos que los
dueños del poder y la riqueza desactiven uno a uno los conflictos? ¿Esperaremos
que les inyecten recursos y los coopten para reconfigurar el bloque hegemónico
a su favor? ¿Esperaremos a que sean reprimidos para solidarizarnos con ellos o,
por el contrario, haremos todo lo posible para constituir un frente común con
ellos y lograr victorias parciales, aunque estemos seguros que más adelante
podemos encontrarnos enfrentados, defendiendo intereses opuestos?
V.
Las
alianzas se deben realizar en función del conflicto o contradicción principal,
y de la necesidad de construir el bloque contra-hegemónico.
La
principal expresión política del conflicto fundamental o contradicción de fondo del periodo
(capitalismo neoliberal versus el pueblo), en la actual coyuntura, es régimen político binominal versus
democracia ciudadana. Hacia ahí convergen prácticamente todas las
contradicciones o conflictos secundarios.
Así
como los grandes grupos económicos y las transnacionales son la fracción
dominante del empresariado al interior del bloque en el poder, el principal factor de estabilidad del régimen
político binominal, como régimen político del bloque histórico de las clases
dominantes -su centro de gravedad, por
decirlo así-, es la Nueva Mayoria.
Esto
significa que, si queremos resolver el problema o contradicción principal a
favor de la democracia ciudadana,
debemos buscar contribuir a la crisis de la Nueva Mayoria, a su colapso y a su
división.
La contradicción o problema, a estas
alturas, no es Derecha versus Oposición democrática. Eso es un error y forma
parte del engaño necesario para seguir manteniendo el régimen político
inalterado.
Tampoco
el problema es que debemos derrotar a la derecha, a la Nueva Mayoria, como si
pesaran lo mismo y tuvieran la misma significación social y política.
La
derecha y la Nueva Mayoria están juntas en el régimen político binominal, son
las coaliciones del duopolio y las que construyeron esta democracia
restringida. Pero, la derecha siempre ha sido minoritaria social y
electoralmente, y ese es el problema que ha tenido para gobernar.
El
agente político hegemónico de las clases dominantes fue la Concertación. Fue
ella la que ideológicamente subordinó a los trabajadores y a los sectores
populares al proyecto histórico del capitalismo neoliberal -por ello logró
gobernar más tiempo que la misma dictadura-, y es por ello que sigue siendo el
principal factor de estabilidad del régimen político.
Ahora,
uno de los primeros pasos para contribuir a la crisis de la Nueva Mayoria, a su
colapso y a su división, es construir una alternativa electoral por fuera de
ella. Alternativa electoral, que debe formar parte de la construcción del
bloque contra-hegemónico.
Esto
implica fortalecer un polo o frente político que logre agrupar a todos aquellos movimientos ciudadanos,
asamblearios, humanistas, ecologistas, marxistas, progresistas y
revolucionarios que están comprometidos con una reforma profunda al régimen
político, cuyo carácter sea anti-neoliberal y democrático. Polo o frente
político que logre traducirse tanto en fuerza social en las calles, a la vez
que también en una fuerza electoral. Polo o frente político que indudablemente
va a tener contradicciones en su interior, pero que se debe construir a partir
de los acuerdos comunes, que no son pocos a estas alturas.
El
camino propio o circunscrito exclusivamente a los trabajadores y sectores
populares puede ser atractivo, pero es sectario e inviable electoralmente como
herramienta contra la Nueva Mayoria, salvo que nos interese mantenernos en el
1,5%, y en vez de contribuir a la
conformación del bloque contra-hegemónico, diluir el esfuerzo que se necesita
realizar ahora, ya que el tiempo que nosotros perdamos lo gana la Nueva Mayoria
para reconstituirse, aunque sea con menos del 40% del electorado.
La
fortaleza ideológica no se demuestra aislándose para no ser contaminados, ni
menos dando por seguro de antemano que otro sector asumirá la conducción de los
procesos, sino teniendo claro cuál es nuestro camino y nuestro proyecto y dando
la lucha ideológica al interior de la alianza más amplia, para ganar a otros
sectores a nuestras posiciones y nuestras propuestas.
Es
en este contexto que tiene sentido y viabilidad una política electoral y
también, el esfuerzo por desarrollar una vía popular a la Asamblea
Constituyente. No es alejando a otras fuerzas como vamos a fortalecernos,
porque vamos a necesitar aliados. De lo contrario, cualquier iniciativa
constituyente o de reformas políticas parciales se realizará sólo con los
actores que actualmente participan del régimen político (Como el acuerdo de
reformas constitucionales entre la DC y RN).
Esto
lo planteamos en el entendido de que un bloque contra-hegemónico deberá
incorporar necesariamente, en la coyuntura actual, expresiones políticas
representativas de los sectores perjudicados por el neoliberalismo:
Trabajadores, pobladores, estudiantes. Sí. Pero también clases medias, e
incluso sectores empresariales no monopólicos, como pymes, que por definición
son explotadores de la fuerza de trabajo ajena.
Acá
creemos que lo importante no es quién la lleva nominalmente. Que el problema no
es de vanidad u orgullo político, sino de tener la claridad respecto a si ese
polo popular o frente va hacia donde queremos, si sirve para lo que lo
necesitamos, y si podrá lograrlo sólo o, dependiendo de la fuerza que logre
acumular, estará en condiciones de seguir profundizando la crisis de la
Concertación a través de la negociación incluso con algunos de sus
sectores.
Por
esto, para lograr entender la complejidad de los desafíos que implica tanto
fortalecer un polo de trabajadores y sectores populares, como construir junto a
otras fuerzas sociales un bloque contra-hegemónico, creemos que sería bueno
examinar con mayor detenimiento las experiencias de Ecuador, Bolivia o
Venezuela, así como la de Argentina, donde precisamente no se logró constituir
ni lo uno ni lo otro, a pesar de la crisis profunda y colapso del régimen
político argentino el año 2002.
Por
otro lado, no habrá unidad ni alianzas posibles si no se basa en la
construcción conjunta de un programa. Podemos hacerlo solos también, pero
ciertamente un proceso de construcción colectiva es una herramienta del trabajo
de alianzas, y puntualmente es en el tema de pobladores que podemos aportar y
lograr que otros sectores hagan suyos también nuestros puntos de vista.
Ukamau
Chile
Septiembre del 2011
Chile
Septiembre del 2011
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